Crisis y Protesta Social

Desde hace algunas semanas se ha hecho especialmente visible cómo crece el descontento social y las protestas en diversas partes del planeta.

En Europa, a los “chalecos amarillos” franceses, que luchan meses contra el alza del combustible, se han sumado las protestas estudiantiles contra el cambio climático, y hoy los catalanes, rechazando la prisión que recae contra sus líderes independentistas.

En Asia, a la juventud de Hong Kong que enfrenta al poderoso Estado chino, se suman las revueltas en Irak, así como la protesta de los libaneses contra el alza de impuestos.

Y en nuestra América, a las protestas en Haití y del Ecuador contra las medidas antipopulares que el FMI sigue recetando, se suma hoy la lucha del pueblo chileno, no por 30 pesos en el pasaje, sino por 30 años de falsa prosperidad, injusticia y desigualdad.

Parece ser que el “contrato social” que sustenta este modelo de democracia, se agota rápidamente. Y parecería que el descrédito de la clase política crece en la medida que la ciudadanía accede a nuevos medios para informarse y comunicarse. Hoy más personas sabemos que nuestros gobiernos, no han estado trabajando para nosotros.

En ese marco, en el Perú, hemos logrado una salida institucional a esta situación de descrédito total de la política, tan enredada y al servicio corrupto de algunas empresas.

Sin embargo, cerrar el congreso y convocar a elecciones no es suficiente. Es necesario retomar el rumbo, recuperar la confianza. Es decir, revisar y renovar con nuevas ideas, el “acuerdo social” que nos rige, las reglas de juego. Es decir, la Constitución.

Desde Llaqtanchispaq, llamamos a abandonar la indiferencia y a encausar de forma organizada, la legítima rebeldía en la construcción de alternativas. Y si nuestras leyes no han sido suficientemente claras para defender a nuestros pueblos. ¡Pues debemos cambiarlas!

Ese es el reto de las nuevas elecciones. He aquí la oportunidad que se esconde detrás de esta profunda crisis.